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martes, 3 de septiembre de 2013

Sed de sangre.

Quería arrancarle el corazón, herirlo de muerte, y volvérselo a entregar, así, destrozado, tal como ella había hecho con sus sentimientos. Con tal frialdad como la que se había atrevido a utilizar, atacándola a ella, y atacando a su amada.
Ahora solo quería vengarse. Lo necesitaba. Era ansia de sed de venganza. Era con lo que soñaba cada noche, desde hacía ya tiempo. Y no pararía hasta conseguirlo. Aunque tuviera que hacer desaparecer sus alas angelicales por un momento. Aunque su alma quedara colapsada de golpes y derrotas. Tenía que hacerlo. Por ella, por su amada. Por necesidad.

Pura sed de venganza, la que recorría sus venas. Matando su especial ser, matando a su corazón, matando a su alma.
Y aunque sangre derramara de su propio cuerpo, venganza deseaba.


 Venganza, venganza, venganza…


 Se veía débil, incapaz. Y enfermaba a cada minuto, oyendo como su alma le rogaba que no se dejara llevar por la sed de sangre.

Pero su corazón respondía latiendo con fuerza y rapidez, cuando la adrenalina de la rabia, le recorría las venas.
No podía luchar contra esa sed de venganza, pero tampoco quería amargar el amor de su alma.
Su mente solo le pedía devolver el daño recibido, sin cesar, golpe tras golpe, viendo la sangre brotar, ahogando su respiración, arrebatándole hasta el último aliento de esfuerzo, haciendo que ésta vez, fuera esa alma fría la que recibiera todo ese dolor inmenso, hasta la muerte si hiciera falta. Hasta vengarse como deseaba, hasta ahogar todo ese dolor en el alma más fría que había conocido jamás en la tierra. Hasta albergar tranquilidad en esa rabia que le rodeaba.
Sabía que aquello dolería, tanto físicamente, como interiormente. Por supuesto que lo sabía, pero, ahí estaba… La sed de venganza. ¿Acaso alguien sabe lo que significa? Solo el que siente eso verdaderamente en su interior, puede explicar con exactitud lo que es.
Sabía que dolería, lo tenía tan claro como el saber que su alma se haría añicos en alguna parte de ella, que sollozaría por haber infringido la pureza de su ser por unos instantes. Sabía que su alma rogaría cada noche por que las alas que le pertenecían, volvieran a ella.
Pero era tan difícil… Pues nadie entendía el dolor y la rabia que sentía por todo el dolor que le había provocado, traicionando su amistad, e hiriendo el corazón de su amada.

Sed de sangre… Recorriendo cada centímetro de su piel… Haciendo huir a sus alas… Decepcionando a la pureza… Provocando sollozos en su alma… Acelerando su corazón… Suplicando ese perdón anticipado, y… Deseando venganza.

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