Me dispongo a lanzar una flecha, y traspasar el corazón de mi amada. Luego, desapareceré. Tal y como hizo ella conmigo.
No puedo guardarle rencor cada segundo de mi vida.
No voy a culparla a ella, ni me culpare a mí. Porque las dos, fuimos pecadoras ante los ojos del mundo.
Tal vez este destinada a amarla por siempre…
Quizás sea una condena, por pecar sin cesar.
Incluso cuando este llegando a mi lecho de muerte, y mi piel rodeada de infinitas arrugas me diga: “No más”. Seguiré pensando que la amo.
Pero jamás sabre con certeza si alguna vez la ame realmente sin odiarla.
Mi dulce Amor…sabes hasta que punto a crecido ante mis ojos tu belleza?